Estaba yo pensando qué hacer el último domingo de mayo y al final decidí darme una vuelta por Tokio. Para ser más exactos en realidad eso lo planeé en febrero, cuando me compré mi nuevo billete para Japón. Y después de un suave viaje con Alitalia (no como mi vuelta el verano de 2012 con Aeroflot), aterricé con Ignacio Collado en Narita a las 6.40 de la mañana preparada para hacer de dominguera en Tokio.
¿Y qué es lo que se puede hacer cuando uno llega a la 8 de la mañana a la estación de Asakusa? Pues ir a la misa del domingo, ¡ay no! ir al templo de domingo. Aunque sea el templo más concurrido y turístico de Tokio, poderlo visitar a primera hora de la mañana cuando aún no están abiertos los negocios que lo rodean y se puede respirar con más tranquilidad, es una idea genial.
Sensôji, que también se conoce como el Templo a Kannon de Asakusa, es un templo budista que se inserta en uno de los barrios más tradicionales y animados de la ciudad. La leyenda dice que dos hermanos pescaron una estatua de Kannon, la diosa de la piedad, en el río Sumida (muy conocido por su hanabi en verano) y que por más que la devolvían al río siempre venía de vuelta. Así que se construyó un templo cerca del lugar y a día de hoy es el templo más antiguo de Tokio. Muy cerca de Asakusa está Kappabashi dori, conocida por sus tiendas de reproducciones de platos hechos en cera, y el Parque de Ueno con sus templos, museos y el zoo.
De pecadora que soy, en Asakusa me dijeron que tenía que ir de rodillas a Meiji-Jingu como mínimo para que se me expiasen los pecados y pudiera andar bien confesada el resto de las dos semanas por Japón. Así que esa fue la segunda parada espiritual del primer día, luchando contra el sueño y haciendo lo posible por aguantar hasta la noche y así evitar el jet-lag el resto de días. Meiji-Jingu está detrás de la estación de Harajuku, barrio bien conocido por sus Lolitas, Cabinas de Purícura, tiendas de moda etc.
Meiji-Jingu es un santuario sintoísta que muestra de la mejor de las maneras la conexión del sintoísmo con la naturaleza. El santuario se encuentra situado en un bosque frondoso e imponente que se plantó con los 100.000 árboles que la gente de Japón y el extranjero donó para honrar las almas divinas del Emperador Meiji y a su consorte, la emperatriz Shoken, a quienes está dedicado el templo y que murieron en 1912 y 1914.
Se ve que el último domingo de mayo debe ser especial para bodas en la ciudad porque estaban casándose todas las parejas de Tokio.
Esta imagen me recordó mucho al final de las películas de Yasujiro Ozu Otoño Tardío y Primavera Tardía, ambas acaban con escenas de boda.
Y con el alma expiada ya pude ir a Takeshita Dori de camino a Omotesandô, a darme el primer homenaje de sushi en Heiroku Sushi, en la misma Omotesandô Dôri muy cerquita de las tiendas de Louis Vuitton y Coach, para dar más referencias. Kaitensushi más que decente, mucho más que decente y como es habitual barra libre de matcha para sus clientes.
Desde Omotesandô se puede hacer un paseo de 30 minutos para llegar a Shibuya, otro de los lugares más emblemáticos de la ciudad y que son de obligado paso para iniciarse y para recordar donde se encuentra uno. Shibuya, que fue arrasado en los bombardeos del 24 y 25 de mayo del 45, año del fin del guerra, se convertiría en uno de los lugares más icónicos del resurgir japonés.
Un año después de los bombardeos también sería el lugar donde se daría el «Incidente de Shibuya», un altercado violento entre bandas rivales (de oriundos de Formosa, el Taiwan actual; y la banda Matsuba-kai, yakuza japonesa, a lo que también se vieron involucrados ciudadanos de origen coreano) por hacerse con el control del mercado negro en el área, un mercado negro que normalmente se concentraba alrededor de estaciones de tren y que incluso daría a ese modelo de corredores comerciales o shotengai japoneses.
Siempre han ocurrido muchas cosas en este lugar tan especial. Ahora es un nodo de transporte, lugar de reunión y quedada (estatua de Hachiko), de vida nocturna en su Supein-zaka o «Cuesta de España»; la colina de los Love Hotels; o el reciente construido edificio Hikarie (abril 2012), un complejo de oficinas, teatros, gallerías de arte, tiendas … que se ha convertido en uno de los nuevos símbolos del barrio.
Después de esta ruta, ya nos hemos ganado el sueño para empezar el día siguiente con horario de Japón. Oyasuminasai!