La primera vez que vi butoh no fué en Japón, sino en una película de Doris Dörrie llamada Cerezos en Flor (2008). En ella, después de la muerte de Trudi, la mujer de Rudi (el protagonista), él viaja a Japón para cumplir el sueño de su esposa de convertirse en bailarina de butoh. En 2010, justo después de la muerte de Kazuo Ohno, cofundador de esta danza contemporánea, Anthony and the Johnsons lanzaba en su álbum Swanlights la canción The Spirit Was Gone en cuyo vídeo aparecía Ohno articulando su cuerpo en diferentes momentos de su carrera dejando que como él decía “El alma dance y el cuerpo le siga”.
El nombre completo de este tipo de danza es ankoku butoh 暗黒舞踏 (baile hacia la oscuridad). Ohno, que era buen deportista pero mal estudiante, vio cambiada su vida cuando un administrador de la escuela Japan Athletic College, donde estudiaba, lo llevó a ver la actuación de Antonia Mercé, más conocida como La Argentina. Esta bailaora flamenca caló en Ohno, y lo inspiraría a desarrollar un clásico del butoh en 1977 llamado “Admirando a la Argentina”.
Después de graduarse enseñó en un instituto de Yokohama y estudiaría con pioneros del baile moderno en Japón como Baku Ishii y Takaya Eguchi, los cuáles habían estudiado con la coreógrafa expresionista alemana Mary Wigman. En su debut, junto a Mitsuko Ando estaba Tatsumi Hijikata, el padre del butoh. Hijikata lo invitó a unirse a su colectivo de danza y trabajarían juntos desde 1959 a 1966 en piezas con influencias del Comte de Lautréamont y Mishima.
Esta peculiar danza contemporánea nace después de la segunda guerra mundial, con importante influencias de los horrores vistos en la guerra y posguerra. El horror de las imágenes impresas en las retinas de los iniciadores de esta disciplina, después de las bombas atómicas y de sus experiencias en la guerra construyeron una manera de expresarse en la que el movimiento fracturado, el retorcerse y el silencio permiten bailar el dolor y el lamento. El mismo Ohno pasaría 9 años en el ejército, uno de ellos como prisionero de guerra en Nueva Guinea.
La canción de Anthony and the Johnsons escogida para hacerle ese homenaje a Kazuo Ohno es una descripción de lo que significa el butoh. The Spirit Was Gone, el espíritu desapareció, el ego se fué. Dicen que lo primero en esta danza es dejar el yo, y en eso es importante la inexistencia de una técnica concreta. Se busca la expresión de las emociones y del alma. No hay posturas que perfeccionar y eso lo hace muy interesante. La pulcritud y lo repeinado del ballet por ejemplo desaparecen completamente, por eso cualquier cuerpo incluso aquellos más viejos o enfermos pueden bailar butoh. Eso mismo fué lo que me fascinó de las escenas de la película de Doris Dörrie. El mismo Ohno bailó hasta los 100 años (murió con 103).
En una entrevista, Ohno dice:
“Para estar vivo, incluso andar debe ser como estar enraizado firmemente al suelo. Debe haber vida en ello.” … “Yo he bailado la vida.” … “Intento olvidar técnicas y estructuras y centrarme en lo espiritual.”