Este post me lo inspiró ver una pizarra de mis clases de japonés escrita por cuatro alumnos diferentes. En cada una de esas escrituras de alumnos principiantes podías ver parte de cada uno, con lo que los definía en ese momento con el miedo a coger el rotulador con sólo unas 6 u 8 horas de estudio del idioma.
Cuando dejaron la clase, me sentí tan orgullosa de ellos que decidí hacer una foto a esa pizarra para guardar por un lado la emoción de los alumnos al empezar a escribir en esta lengua tan extraña, y también la gratificante sensación de acompañar al descubrimiento que me proporciona dar clases de japonés.
Pasar tiempo con los alumnos y acompañarlos en su aventura por el idioma es una fuente de regalos inestimable. Con ellos encuentro cada día algo nuevo y me obligan a nadar en mi comprensión del idioma para ayudarlos después a ellos a entender de la forma más simple posible. A lo largo de estos años dando clases he tenido que adaptarme a gente diferente con mentes diferentes, pero de todo, lo más eficaz siempre ha sido confiar en ellos. Imaginarlos desde el primer día hablando y comunicándose en japonés me ha demostrado que es lo primero para que ellos puedan creer en sí mismos y aprendan el idioma.
«La lengua desconocida» es el título que le da Roland Barthes a uno de los capítulos de su libro «El imperio de los signos». En este capítulo habla de la profusión de sufijos funcionales en japonés y de cómo las personas manifiestan sus mensajes a través de precauciones, interrupciones, retrasos e insistencias. Esto que comenta Barthes junto a las diferentes entonaciones posibles al final de las frases, para mí hace del sujeto un espectador en los mensajes. Por eso nos parece una lengua tan subjetiva, porque en las frases todo se va disolviendo y conjeturando.
Dice en un momento Barthes que el japonés enuncia impresiones, no constataciones. Creo que esto es algo que es mejor asumir al principio del estudio y llevarlo con paciencia y con la emoción que tiene ir descifrándolo y entendiéndolo. Como decía mi amigo Yoshi, y yo siempre digo a mis alumnos: 習うより、慣れるnarau yori nareru – en lugar de aprender, acostúmbrate.
Y quizás, de algún modo, todos los idiomas hacen lo mismo «precauciones, interrupciones, retrasos e insistencias», «enuncia impresiones, no constataciones». Algo estético. Así el japonés nos enseñaría a ver nuestra propia lengua. Gracias.