ohayō

Es lunes ohayō! = ¡buenos días! Estreno semana y vida y he decido marcar también este día en mi blog. El viernes dejé un trabajo al que había estado dedicada cuatro años y medio de mi vida. ¿Por qué se toman estas decisiones? Pues no lo tengo claro pero si tengo claro que aquellos como yo que piensan que todo muta y lo hace constantemente, sabemos que es necesario acompañar al tiempo y al cambio.

Jardín zen del templo Hokokuji

Lo que empiezo ahora es una aventura llamada ohayō donde queremos dar luz a una nueva forma pensar y de trabajar. Trabajar para crear identidades fuertes para las empresas, para construir marcas a las que merezca la pena unirse y con las que de gusto identificarse. Entender y llevar a esas empresas la pasión por ser globales y participar del mundo y transmitir que un simple oyahō!  puede ser el primer paso para entablar una bonita relación con sus clientes.

Bosque de bambú en Hokokuji o Takedera

El mundo ha cambiado y ahora todo es cuestión de relaciones, de vínculos igual que el bambú, y esos bosques en los que cada uno de sus troncos están interconectados por debajo del suelo, todos, unos con otros. Las marcas ya no son ni deben ser un nombre que se le pone a algo para reconocerlo sino una proposición de cultura con un relato único y propio. Y algo muy chulo de estos tiempos es que ahora el mundo es más abierto que nunca y son las culturas las que hablan: la cultura de empresa, la cultura de marca, la cultura de nuestro país que comunica y proyecta, o la cultura de otros países que tenemos que entender para estar en ellos de verdad.

Dice Roland Barthes en su libro El Imperio de los Signos (el cual me estoy leyendo) hablando de la comida en Japón que allí » El plato no lo prepara otro sino uno mismo, que lo compone eligiendo de aquí y de allí.» «Está vivo», dice. Así me parece a mi la vida, la hacemos uno mismo. Porque estamos vivos. ¿Cual eliges tú?

Set de menú de verano. Restaurante de Hiroshima