Por algún sitio hay que empezar, supongo, así que por qué no por levantarme a las 6 de la mañana (dolor, dolor) e ir a la escuela unas pocas horas antes.
Pues eso, a cada uno le da por algo, y a mí por estar allí un par de horas antes. La parte buena es que no me van a aplastar la cara en el cristal del vagón del tren porque todavía no es Rasshu, o la hora punta. Esa en la que en su día prefería dejar pasar dos trenes que morir del aplastamiento como sardina en lata.
Pues bien, la escuela: Kai Japanese School, está en Shin-okubo, más conocida como Korean Town esa zona. Las próximas 3 semanas volveré a experimentar la velocidad de las profes-micro machine de Famosa y eso de tener exámenes diarios.
El cartelito con la caricatura de los monos del templo Toshogu y Futarasan-jinja en Nikko sigue en el mismo sitio.
La verdad es que ha sido agradable encontrar caras conocidas, como la sensei aqui presente, que estaba ya allí hace siete añitos.
Y también ver el ambiente de la escuela, como aquí, una clase de dibujo manga. Así da gusto ir a la escuela.
Pero no acaba hay el primer día de muchas cosas. Aún no me lo creo pero he podido hacerme miembro del Honbu Dojo, el cuartel general del aikido a nivel mundial, y practicar allí por primera vez.
La sensación más imponente llega antes de entrar, cuando al pararte en la puerta puedes oír repetitivamente los golpes de las caídas de los aikidokas. No hace falta ver, solo con ese sonido ya se siente lo que hay dentro, es una sensación indescriptible.
Así he podido empezar el viaje en Japón, con dos momentos tan especiales, el de la escuela y el del dojo. La primera clase con Sugawara-sensei, en el dojo muchos y muchas japones y japonesas y varios franceses (que yo haya identificado), el tatami, de madera con algo como paja y tela encima, bastante duro.
El resto de la experiencia está por venir.
Qué recuerdos! la profe está igualita! 😀